Salmo 119:11
“En mi corazón he atesorado tus palabras, para no pecar contra ti.”
Como creyentes, como hijos de Dios que hemos sido redimidos por el sacrificio de Jesús deberíamos estar buscando vivir en santidad, en contra de la carne. No porque esto nos otorgue salvación sino porque es un resultado de la libertad del pecado. Sin embargo, en el momento que nos volvemos cristians no es como que la carne se apaga, continuamos en una lucha de nuestra carne contra el espíritu y las tentaciones no cesan. ¡Pero esto no es un caso perdido! Aquí podemos ver que para no pecar en contra de Dios, el salmista atesoraba las palabras de Dios en su corazón. En ocasiones podemos estar tan llenos de nosotros mismos, del mundo, de tantas voces que terminamos viviendo de maneras que no le agradan a Dios. Conocer y atesorar la Palabra de Dios siempre nos llevará a atenernos a lo que dice. Como ya lo he mencionado, estamos en una lucha constante y en Efesios nos dice que nuestra espada es la Palabra de Dios. Entre más conocemos de la Biblia, meditamos en ella y la memorizamos, más podemos mantenernos firmes ante las tentaciones.
Quiero retarte a que analices tu vida, tu manera de vivir y que veas que es aquello que atesoras en tu corazón. Usualmente eso termina siendo evidente en la manera en que actuamos y vivimos.
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